Me encanta (parte II)

Me encanta tu manera de mirar y me encanta el brillo de tus ojos, tan expresivos, tan capaces de hablar sin necesidad de palabras. Me encanta la felicidad que irradias cuando te ríes. Me encanta tu cabezonería, tu mal genio y tu carácter, todas estas cualidades me demuestran lo fuerte que eres y me recuerdan cómo lo fuiste desde el principio, cuando te formabas en mí. Me encanta cuando para dormirte das un millón de vueltas, abrazándote a mi, apoyando tu cabeza sobre mi pecho o cogiéndote de mi mano, hasta que, al fin, te quedas dormida. Eso me permite darte un trillón de besos y hacerte un millón de mimos y caricias mientras te digo lo mucho que te amo.

Me encantan tus pedorretas, cuando me las haces a mí y cuando se las haces a papá, te salen increiblemente bien, haces muchísimo ruido y tu que lo sabes, muy orgullosa, te ríes. Me encanta el sonido de tus piececitos al golpear el suelo cuando de noche te despiertas y vienes corriendo a buscarnos a nuestra cama. Me encanta como dices agua, nanone y nanana. Tres de tus primeras palabras. También me encanta como dices «vamo» y «vamono», así como con un toque andaluz que no sabemos de donde ha salido. Y me encanta que seas así de fiestera e inquieta y que te guste tanto como a mí estar por ahí, en esto has salido a mamá, callejera a más no poder. Me encanta cuando dices «ala», «ya tá» o «no hay má» a la vez que mueves las manos proporcionándole énfasis a esas expresiones. Me encanta como repites cada palabra que escuchas a tu manera, haciéndote entender pero con mucha gracia.

Me encanta tu locura a la hora de bailar, zarandeando las manos. y aplaudiendo a la vez y me encanta como bailas cualquier canción o sonido que llega a tus oidos, moviendo el culete y zapateando también. Y esa manera curiosa que tienes de mover la cabeza y las manos a modo de saludo o esa forma que tienes de correr más que de andar. Me encanta como imitas a mamá para lavarte los dientes o como repites cada cosa que hacemos casi sin darnos cuenta, como intentar abrir con la boca las cosas que con las manos no podemos. Me encantan esos dos segundos en los que me das la mano y caminamos cogidas.

Me encanta como derrochas simpatía y dices «holaaaaa» a todo el mundo, saludando con la mano y diciendo un largo «aaaaaa» al final. Como lo haces cuando estamos en un supermercado con cada persona que te cruzas, como lo haces cuando vamos al médico, cuando estamos en un restaurante cenando o cuando salimos de casa de los abuelos y ves la terraza del bar llena.

Me encanta el amor que sientes por todos tus tetes. Esa alegría con mezcla de locura cuando los ves o cuando pasas por algún sitio que te recuerda a ellos y a gritos los reclamas. Y como te acuerdas de ellos en cada momento del día.
Me encanta tu manera de querer a tus tíos y abuelos y esa forma de llamarlos «aluela» y «aluelo».

Me encanta como quieres hacerlo todo sola, demostrando independencia. Me encanta como cada vez que subimos al ascensor quieres tocar el botón del piso y luego de la alarma. Me encanta como lanzas besos y sobre todo, me encanta como nos los das. Me encanta el que nos das en la mejilla, en la boca o el de vaca y por supuesto, me encanta el de esquimal y creo que el que más es cuando sujetas con tus manitas para dármelo de la manera más suave, dulce y tierna.

Me encanta cómo hacemos «chin-chin» con la comida cuando comemos lo mismo. Me encanta como utilizas cualquier cosa de teléfono, te la pones en la oreja y dices «hola». Me encanta cuando por las mañanas, aún con pereza, te acurrucas con nosotros en la cama a mimosear. Me encanta como juegas a pillar y como nos provocas para que acabemos jugando a ello y que cuando lo hagamos rías sin poder parar al perseguirte.

Me encanta el sonido de tu risa, de tus carcajadas que me llenan de energía y felicidad y me encanta cuando finges una carcajada, demostrando la picardía que tienes. Me encanta cómo me recibes cuando vuelvo de trabajar. Me encanta cómo intentas escalarlo todo y aunque me vuelva loca, me encanta cuando lo consigues. Me encanta lo obstinada que eres y cómo repites algo hasta conseguirlo. Me encanta como quieres llevar el carro de la bebé tu sola, aunque a los dos minutos quieras que lo lleve mamá, o mami como me llamas a veces. Eso también me encanta.

Me encanta la primera frase que has dicho «ay que susto» seguida de una carcajada. Me encanta como nada más levantarte, vas directa a traernos un cuento y cómo cada vez que nos ponemos a jugar, eliges uno para ello. Me encantan esos rizos que se forman en las puntas de tu pelo. Me encanta cuando nos haces un mimo en la mejilla. Me encanta cuando me abrazas por la espalda cuando estoy distraída.

Me encanta cuando me dices con ilusión, brillo en los ojos y una sonrisa «¡te quiero!» porque se nota que lo sientes.

Me encantan tantas cosas de ti pequeña… Pero es que sobre todo, mi niña, me encantas TU.

Espero que te sientas tan querida como sentimos nosotros que te queremos.

Te ama incondicionalmente y para siempre,

Mamá

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Desde que fui madre, no juzgo, entiendo.

Desde que fui madre, no juzgo tanto y entiendo más.

No juzgo a las madres que deciden dar biberón, las entiendo. No juzgo a las que deciden dar pecho y lo siguen haciendo hasta que ellas decidan, las entiendo. No juzgo a las madres que eligen un método mixto. Las entiendo.

No juzgo a las madres que deciden que sus bebés aprendan a dormirse solos, ni a las que los acunan hasta que consiguen dormirlos, ni a las que los meten en sus camas y hacen colecho. A todas ellas, las entiendo.

No juzgo a las madres que optan por un parto natural ni a las que optan por un parto sin dolor. Las entiendo.

No juzgo a las madres que deciden renunciar a su baja laboral, las entiendo. Ni a las que deciden no volver a hacerlo más, las entiendo. Ni a las que cogen una excedencia o deciden dejarlo todo por perseguir sus sueños, las entiendo.

No juzgo a las madres que deciden no renunciar a su tiempo libre, a hacer deporte, a dedicarse tiempo a sí mismas. Las entiendo. No juzgo a las madres que deciden renunciar a su tiempo libre, a hacer deporte, a dedicarse tiempo a sí mismas. Las entiendo.

No juzgo a las madres que optan por las papillas ni a las que optan por el BLW. Las entiendo a ambas.

No juzgo a las madres que deciden llevar a sus bebés a guarderías o escuelas infantiles. Las entiendo. No juzgo a las que deciden dejarlos con los abuelos. Las entiendo también.

No juzgo a las madres que deciden establecer rutinas estrictas con sus bebés ni a las que deciden no establecerlas. Las entiendo.

No juzgo a las madres que deciden viajar con sus bebés, ni a las que deciden hacerlo con ellos, ni a las que deciden no hacerlo. A todas ellas las entiendo.

No juzgo a las madres que no dejan llorar a sus bebés. Ni a las que dejan que lo hagan. A ambas las entiendo.

No juzgo a las madres que cogen a sus bebés en brazos todo el tiempo. Ni a las que no lo hacen. Las entiendo.

No juzgo a las madres que optan por dejar su casa y las tareas del hogar en un segundo o incluso tercer plano por dar preferencia a pasar tiempo con sus bebés. Ni a las que siguen prestándole la misma atención que el primer día a su casa y al orden. Las entiendo.

 

Desde que fui madre, no juzgo. Entiendo. Entiendo que cada madre elige la opción que más feliz le hace a sí misma, a su bebé. A su familia. Entiendo y respeto que cada madre elija la fórmula que mejor les funciona, que les hace bien.

Aunque no sea la opción que yo elija para mí y para mi bebé, o la que yo crea que es mejor. No juzgo, entiendo. Y sobre todo, no cuestiono. Respeto.

Y esto, es lo que deberíamos hacer todas las madres en lugar de tirarnos piedras de unos tejados a otros. Entendernos, respetarnos, apoyarnos más allá de nuestras diferencias, más allá de nuestros métodos de crianza, porque nosotras, las que somos mamás, mejor que nadie sabemos lo difícil que puede resultar a veces la maternidad y de nada sirve que nos lo compliquemos más.

Por ello, no juzguemos, entendamos, respetemos.

Cómo mantener la esencia de nuestra casa con Sukhi

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Nuestras vidas cambian por completo cuando nos convertimos en padres: nuestros horarios, los planes, las prioridades que tenemos, las horas de sueño…

Y nuestra casa también lo hace. Ésta es una de las cosas que menos imaginamos que puedan cambiar y es de las que lo hace y, además, de arriba abajo. El orden empieza a desaparecer y donde antes había bonitos elementos decorativos, ahora hay juguetes y cosas de bebé allí donde alcanza la vista. Y a eso, le sumamos los cambios que realizamos para adaptar nuestra casa a nuestros pequeños, para evitar peligros y para atender las diferentes necesidades que en ellos van surgiendo.

En nuestra casa, la mesita que se coloca delante del sofá del salón ha desaparecido para que de este modo Mia tenga más espacio para corretear por él. Y en la habitación, hemos tenido que colgar el espejo (que antes estaba apoyado en la pared) porque Mia jugaba mucho con él y que estuviera apoyado suponía el peligro de que se le pudiera caer encima.

Y de esta manera, poco a poco y sin apenas darnos cuenta, nuestras casas se van convirtiendo en aquello que un día dijimos que no se transformarían, un pequeño caos.

Pero mantenerlas con su esencia es posible y hoy os cuento mi secreto para ello. Que no es otro que mi reciente descubrimiento de la marca Sukhi , y sus bonitas y acogedoras  alfombras artesanales y alfombras de lana. Éstas le dan el toque especial a ese ambiente que lo necesita, como en nuestro caso, el rincón del espejo.

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Como véis el detalle de la alfombra, bonita a la vez que original, no me puede gustar más. Además, ésta es de gran calidad y de un tacto muy suave que hace las delicias de Mia, que, si antes le gustaba jugar frente al espejo, ahora más.

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Estas alfombras se hacen bajo pedido y se realizan con mucho mimo y esmero puesto que están anudadas a mano por artesanos que viven en la India, Marruecos, Nepal y Turquía. Artesanos y artesanas que, bajo un proyecto social, trabajan con condiciones laborales dignas, horarios flexibles y con la retribución de un sueldo justo.

Sukhi ofrece una gran variedad de diseños y modelos respetando las técnicas de trabajo de anudado clásicas, pero aportándoles un toque moderno por la personalización de sus obras en cuanto a tamaño, calidad y colores.

Además, las alfombras Sukhi se centran en el uso de tintes y materiales naturales, esto hace que esta marca me guste aún más, puesto que de esta forma demuestra su esfuerzo por conservar la belleza de la naturaleza y proteger el planeta.

Como último dato os diré que Sukhi significa Feliz en nepalí, un significado que no puede ser más acertado y que se ve reflejado en cada rincón en el que se usa una de sus alfombras dándole ese toque especial que necesita y haciendo que conserve su esencia a pesar de que los pequeños terremotos que tenemos en casa a veces nos lo pongan difícil.

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Si queréis saber más sobre esta marca tan especial, y que a nosotras tanto nos ha gustado, podéis pinchar aquí Sukhi.

 

Estudiar con un bebé es difícil, pero no imposible

Yo pensaba que combinar trabajo, maternidad y estudiar no sería demasiado difícil, que no sería para tanto, pero este año que he estado combinando estas tres cosas me ha enseñado que sí lo es.

Es un camino duro que constituye todo un reto que día a día te hace replantearte la situación y si de verdad todo ese esfuerzo merecerá o no la pena.
Las clases a las que vas y por las que renuncias a pasar tiempo con tu pequeña. Las noches que te quedas estudiando y que te hacen estar tan agotada al día siguiente que hacen que no rindas en ningún ámbito, ni en el trabajo ni como madre. Los momentos en los que intentas ponerte a adelantar temario mientras tú pequeña deambula por la casa reclamándote cada dos minutos hasta que tienes que dejarlo. Las mañanas en las que te invade el sentimiento de culpa por no haber estudiado la noche anterior lo que tenías programado porque no podías más y necesitabas descansar. O esa sensación de tener tantas cosas en la cabeza: la casa, la compra, el trabajo, tu bebé, estudiar… que te lleva a la impresión de que quieres abarcarlo todo y no abarcas nada y al agobio de sentir que no puedes con todo. Muchas situaciones y sensaciones que hacen que te des cuenta que estudiar teniendo un bebé no es que no sea fácil, sino que es todo lo contrario: es difícil, y bastante.

Pero como bien digo en el título de este post, es díficil, pero no imposible. Y poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se va andando el camino y sin darte cuenta, estás más cerca de tu objetivo.

En mi caso, mi familia me ha ayudado mucho a ello, porque además de darme en todo momento ánimo y aliento, cosas que son fundamentales en este proceso, son quienes se quedaban con mi pequeña cuando yo tenía que asistir a clases. Benditos abuelos y tíos, ¿qué haríamos sin ellos?
Y ésta, me atrevería a decir que es una de las claves para poder estudiar teniendo bebés, saber delegar y dejar a nuestros bebés en manos de quienes les quieren, mientras nosotras necesitemos asistir a una tutoría, a clase o ir a la biblioteca a estudiar. Y hacerlo de la misma forma que lo haríamos si nos tuviéramos que ir a cumplir con nuestra jornada laboral y no sentirnos culpables por ello. Además, el hecho de saber que están en tan buenas manos como si estuvieran en las nuestras hace que nos podamos centrar y que el tiempo que invirtamos en estudiar, sea de calidad.

Otra de las claves, es el apoyo de las personas que nos rodean. Es un proceso que no se recorre de manera solitaria, sino que afecta al núcleo familiar y por ello que nuestra pareja esté de acuerdo es fundamental, además de para ayudarnos a sobrellevarlo, para darnos las fuerzas necesarias cuando éstas nos flaquean. En este caso, yo he tenido y tengo la suerte de además de tener su aprobación, tener su apoyo. Y más que su apoyo, su incansable refuerzo haciendo que recuerde mis sueños y que los persiga incluso cuando yo creo que ya los he perdido.

Y la última de las claves diría que es no desesperar y ser conscientes de que cada pequeño avance que hacemos es uno muy grande. Estoy no es tarea fácil, pero hay que hacer un esfuerzo en ser positiva, ser sensata y no querer tirar la toalla en algún momento en el que estemos muy cansadas, sintamos que no progresamos o si un examen sale mal. Yo he sido la primera a la que esto le ha pasado, pero si pasa, hay que pensar fríamente y darse cuenta de que aunque el examen nos haya podido salir mal o peor de lo que nos habría gustado, con todo lo que nos hemos esforzado y con todo lo que hemos trabajado, hemos aprendido y con ello, hemos avanzado. Y de esta manera ya estamos más lejos del punto de partida desde el que habíamos iniciado el camino y por lo tanto, más cerca de nuestro objetivo.

No, no es un camino fácil. Es un camino muy difícil. Pero no imposible.

Así que mamis que estudiéis, ¡ánimo! Vosotras podéis. Y a las que os lo estéis planteando, dad el paso, somos capaces de conseguir lo que nos propongamos 💪🏻

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cama casita Montessori

 

La educación basada en la pedagogía Montessori promueve la independencia del niño para que puedan descubrir el mundo que les rodea con libertad. Éste método se caracteriza porque trata de dar autonomía al bebé en todos los aspectos de su día a día. La comida, el movimiento, la higiene, el juego y el sueño.

Para ello, esta pedagogía defiende la provisión de un ambiente preparado: ordenado, estático, simple y real, donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo del niño. Así pues, el espacio se debe adaptar a las capacidades de los pequeños y pequeñas.  Las estanterías bajas, los materiales, los juegos a su alcance o las torres de aprendizaje para el baño y/o cocina, son un ejemplo de la adaptación del entorno a su nivel de desarrollo. Y del mismo modo lo es la cama casita.

 

¿Qué es la cama casa Montessori?

Es una cama que, inspirada en este método, es más baja. El colchón se coloca prácticamente al nivel del suelo, lo que permite libertad de movimiento a niños y niñas para subir y bajar de ella y por tanto, proporciona autonomía respecto al sueño.
Y además de éste, tiene otros beneficios como:

  • Son seguras. Puesto que este tipo de camas están prácticamente al nivel del suelo, no existe el peligro de que el bebé se caiga y se haga daño del mismo modo que lo haría al caer desde una cama alta o desde los barrotes de la cuna.
  • Fomentan el aprendizaje. Las cunas limitan la libertad de movimiento de los bebés que no pueden salir de ellas sin la ayuda de un adulto. En cambio, las camas Montessori les brinda libertad para moverse por la habitación, descubrir e interactuar con el entorno, sin ayuda de los padres, y de este modo se fomenta el aprendizaje autónomo.
  • Permite libertad, estímulos, y visión del entorno que rodea al bebé. Mientras que desde la cuna no pueden ver todo aquello que les rodea, desde este tipo de cama sí, esto proporciona un estímulo positivo al bebé puesto que le hace consciente de su realidad y partícipe de ella.

¿Desde que momento se puede usar?

Por regla general se suele aconsejar su uso a partir del cuarto mes de vida, aunque lo más conveniente es utilizar este tipo de cama desde el momento en el que los bebés empiezan a gatear, para que, de este modo, puedan subir y bajar de ella de forma autónoma.

¿Cómo pueden ser?

No todas las camas Montessori tienen que ser tipo casita. Éste es un modelo que aboga por esta metodología con un diseño muy atractivo, pero no es el único.

Hay camas Montessori de muchos tipos y en el mercado podemos encontrar diferentes alternativas. Aunque todas ellas tienen un elemento común: son bajas y el colchón se sitúa cerca del suelo  por seguridad y para favorecer el libre movimiento del bebé.

La nuestra es de la marca «muemue».

En la página web la podéis encontrar en color azul, rosa y madera. Para verla, pincha aquí.

Puesto que las camas Montessori están pensadas para favorecer la autonomía infantil, estas deberán ir adaptandose y evolucionando según la etapa de desarrollo del niño. Cuando los bebés gatean es idóneo que éstas estén a ras de suelo y cuando el bebé sea capaz de caminar con soltura o haya crecido un poco, se puede colocar una cama un poco más elevada, pero que siempre le permita subir y bajar solo. Así pues, a medida que el bebé o niño va creciendo, la cama también lo irá haciendo.

Nuestra experiencia con la cama casita Montessori

Nosotros elegimos este tipo de cama porque soy partidaria de esta metodología. Creo en sus principios, en su pedagogía y en este caso concreto, respecto a la cama, en las múltiples ventajas que su uso comporta. Sobre todo, respecto a la libertad de movimiento, independencia y autonomía que proporciona.

Mia siempre ha tenido el sueño muy ligero e intermitente, y aunque de un tiempo a esta parte ha ido reduciendo sus despertares nocturnos, para mí se hacía necesaria una opción en la que no tuviera que acudir a su cuna (en su habitación) cada vez que se despertara. Para nosotros ésta ha sido la opción idónea puesto que en tan solo cuatro noches durmiendo en ella, nuestra pequeña cuando se despierta viene a buscarnos a nuestra habitación y en ese momento decidimos si la metemos en nuestra cama con nosotros, la volvemos a llevar a la suya para que siga durmiendo después de un bibe o si nos levantamos si ya es la hora de ello. Y lo hace sin llantos ni quejidos, hecho que también ha mejorado, puesto que antes, cuando dormía en la cuna y se despertaba, si que ocurría y ahora no.

En nuestro caso hemos optado por no colocar ninguna barra de seguridad ni ningún acople de madera que acote el espacio de la cama y que deje solo un lado de salida porque nos parecía peligroso que Mia se pudiera precipitar por arriba de él. Si bien no iba a caer desde la misma altura que si cae desde la cuna, igualmente caería de más altura que si lo hace desde el colchón, y teniendo en cuenta que cuando caen al intentar escalar este tipo de barreras lo hacen de cabeza, preferimos evitar este riesgo. Conocemos bien a nuestra bebé, sabíamos que lo primero que intentaría sería saltar ese obstáculo, y por ello decidimos no colocar nada a modo de tope y en lugar de ello poner una alfombra para que en caso de que caiga lo haga sobre ella y sobre algunos cojines que seguimos poniendo alrededor de la cama, por la noche después de acostarla, a modo de precaución, aunque hasta el momento no se ha caído ninguna noche a pesar de que Mia se mueve muchísimo incluso durmiendo.

Así pues, desde nuestra experiencia, que ha sido muy positiva, sin ninguna duda os recomiendo este tipo de cama que favorece el desarrollo, autonomía e independencia de nuestros bebés 😊

Espero que este post os sirva y que haya resuelto algunas dudas que teníais. Si seguís teniendo alguna más, o queréis hacerme alguna consulta, no dudéis en comunicaros conmigo por aquí o a través de mi red social de Instagram aquí. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me encanta

Me encanta tu sonrisa cuando voy a buscarte al despertarte a tu habitación por las mañanas, y el momento de después, sentadas en mi cama o en el balancín, una mezcla entre un rato de juegos, risas y muchos mimos. Me encanta cuando te digo que me des la manita para ir a algún sitio, me la das para hacer los tres primeros pasos y luego me la sueltas con la seguridad de saber que puedes caminar solita y valerte por ti misma. Me encanta cuando te estoy bañando y decides darme un beso y un abrazo y me empapas al hacerlo. Me encanta la agilidad que tienes para abrir los armarios, sobre todo el de las especias, cómo coges el bote de perejil y te paseas por casa sacudiéndolo hasta que encuentras algún sitio extraño donde dejarlo y yo horas después lo encuentro en el cambiador del baño por ejemplo. Me encanta cuando te hago burla y tú me la devuelves haciéndome una caraza y nos miramos y nos reímos. Me encanta cuando te estoy acunando en brazos para dormirte por la noche y antes de hacerlo me miras fijamente como queriendo capturar ese momento para siempre tal y como lo quiero hacer yo. Me encanta como miras a toda persona con quien te cruzas o coincides, con una mezcla de descaro y sinvergonzonería y cómo después de hacerlo, saludas y haces todas las gracietas que sabes, aunque eso implique que me tenga que socializar yo también. Me encanta cuando en la teti de la mañana me miras y me saludas con la manita. Me encanta ver cómo disfrutas comiendo macarrones, brócoli y fresas y cómo te cantas haciéndolo. Me encanta tu movimiento de cabeza diciendo que no casa arriba y casa abajo. Me encanta como tiras los brazos hacia mí cuando quieres venir conmigo. Me encanta tener que darte mi aperitivo de soja y quedarme yo sin porque tú me lo hayas pedido. Me encanta como jugamos al pilla pilla, la velocidad que coges intentando huir de mi y la risa floja que te entra. Me encantan esos pelos rebeldes que te están creciendo, que no puedo dominar y que son una seña más de que eres una pequeña leona. Me encanta que hagamos el dedo del poder y chin-chin con la comida. Me encanta cuando haces tambor en tu barrigota o cuando lo haces en la mesa o en cualquier sitio que encuentres, y también como tocas el timbre al tocarte el ombligo. Me encanta como juegas a esconderte tras la cortina de la ducha o la funda del carro para jugar a «no está Mía». Me encanta como sacas los empapadores y eres más rápida sacando que yo doblando y poniendo en el sitio cuando por descuido dejo un segundo tu armario abierto, y lo mismo con las toallas del baño. Me encanta el sonido de tu risa, se ha convertido en mi música favorita. Me encanta ver cómo te gusta jugar con los cuentos y cómo es una de las primeras cosas que vas a coger cuando estamos en tu habitación. Me encanta que nos lavemos los dientes a dúo porque cuando me ves haciéndolo, tú también quieres hacerlo. Me encanta tu carácter y tu genio, aunque a veces también me vuelva loca. Me encanta como me tocas la nariz de la forma más dulce posible cuando te pregunto donde la tengo. Me encanta como vacías el bolso del carro en cuanto me descuido y lo he dejado abierto y cómo de vez en cuando le añades cosas también. Me encanta como me recibes cuando vuelvo de trabajar o estudiar, que vienes hacia mí corriendo y con los brazos abiertos. Me encanta como sacas las cosas de la lavadora mientras yo las intento poner. Me encanta que quieras caminar solita para volver del parque, y como te agachas cada dos pasitos a recoger una piedra o una ramita, aunque nos cueste más media hora llegar a casa. Me encanta que cuando no te puedes dormir por la noche y dándonos por vencidos te dejamos en el suelo, coges tus zapatillas y riéndote sales al salón en busca de jaleo y jarana. Me encanta como te quitas el chupete cuando ves pasar una cucharada de yogur cerca de ti. Me encanta como te ríes cuando te hago carazas a través de una videollamada. Me encanta cuando te refugias en mis piernas y te agarras a una de ellas como si fueras un koala. Me encanta cómo abrazas a las muñecas y les das besos. Me encanta cuando peleamos en un intento mío para que no te comas el papel del baño. Me encanta como ladeas la cabeza cuando la ladeo yo. Me encanta como se acompasan nuestras respiraciones hasta que nos quedamos dormidas las dos. Me encanta la carcajada que te provoca que te mordisquee los muslitos. Me encanta…

Me encantan tantas cosas de ti pequeña que no podría escribirlas todas. Estas son sólo una pequeña muestra de todas ellas. Y la realidad es que me encantas TU. Te adoro y te amo más de lo que nunca podría haber imaginado.

Hoy cumples un año, y en este año has hecho mi lista de pensamientos alegres inmensamente infinita con cada uno de estos momentos que me has regalado. Gracias por ello, gracias por hacerme mamá.

Feliz cumple 1 mi pequeña leona.

Ojalá siempre seas tan feliz como lo eres ahora, a cada año que cumplas, en cada momento de tu vida, y que cuando eso no pase, sepas que nos tienes para refugiarte, para darte aliento, para lo que necesites, siempre, como sea, donde sea, de forma incondicional.

Espero que te sientas tan querida como nosotros sentimos que te queremos.

Con cariño y mucho amor,

Mamá

De cuando (creíamos que) éramos dos

Julio de 2017 y un viaje por delante que llevábamos mucho tiempo esperando.

Cualquiera podría pensar que iba a ser un gran viaje en cuanto a distancia, hoteles, compras o lujos. Pero no. La grandeza de nuestros viajes no residía ni reside en esas circunstancias.

Nos bastó con cargar el coche con lo indispensable, algo de ropa, comida, tienda de campaña y lo más importante: nuestras ganas. Ganas de compartir nuestro tiempo, de improvisar, de aventuras, de disfrutar el uno del otro. Ganas de vivir.

Y un destino por delante. El Pirineo Catalán, la Pica d’Estats, nuestro primer 3000. Y después, una ruta por el norte, El País Vasco, Cantabria y Asturias. Un destino en el que perdernos, con el que cumplir sueños y objetivos. Una gran cantidad de kilómetros y experiencias acumuladas, paisajes y pueblos preciosos que quedaron grabados en nuestra retina.

Un viaje de esos en los que puedes tocar el cielo con la punta de los dedos. Un viaje increíble en el que reímos más alto, más fuerte, más intensamente.

Pero sobre todo, un viaje que fue como somos nosotros, sencillos. Porque nosotros queremos que no nos falten caminos por recorrer para no perder esa bonita costumbre que tenemos de explorar nuevos rincones. Pero siempre sabiendo que para ser felices no necesitamos un viaje al fin del mundo, porque lo único de que precisamos, es precisamente eso: a nosotros.

Un viaje que fue y es parte de nuestra forma de vivir, con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra. Disfrutando de las pequeñas cosas que son las más grandes. Saboreándolas y siendo conscientes de la gran suerte que tenemos de saber apreciarlas y poder vivirlas. Aprovechando y creciendo con la naturaleza como compañera del camino cada vez que podemos. Siendo unos románticos, que rozan lo ñoño y lo cursi, pero demostrándonos lo que sentimos el uno por el otro, de una y mil formas diferentes, sabiendo que no hay nada más bonito que demostrar cariño. Creciendo juntos sabiendo que tenemos lo más importante que se puede tener, amor. Que estamos el uno para el otro para todo, ante todo y frente a todo y que no importan los desafíos o malos momentos que podamos tener, porque siempre hallaremos la forma de estar unidos.

Y más que un viaje, un camino. El de nuestra vida juntos.

Cuando me paro a pensar en ese camino, en nosotros y en todo lo recorrido, me doy cuenta de la suerte que he tenido de encontrarte. De habernos dicho «sí, quiero». Sí, queremos querernos todos los días de nuestra vida.

Un camino que nos ha llevado a tener el regalo más maravilloso que se puede tener, nuestra pequeña.

Un camino que recorremos y recorreremos lleno de felicidad compartida.

Que como hasta ahora, nunca nos falten los motivos por los que sonreír. Que sigamos viviendo como lo hacemos, a nuestro ritmo y manera. Y sobre todo, que sepamos transmitirle a nuestra pequeña, como vemos el mundo y nuestra bonita y sana manera de disfrutarlo.

Esta quizá no es nuestra mejor foto, pero si la que refleja a la perfección ese viaje del verano de 2017. La de la primera noche, con el coche como hotel. Y no se me ocurre un sitio mejor donde haber dormido que ahí. Aislados entre las montañas, viendo atardecer mientras chispeaba y viendo las estrellas a través del cristal del techo cuando nos despertamos para iniciar nuestra ruta al pico.

No es nuestra mejor foto, pero es la más especial sabiendo que hicimos ese viaje creyendo ser dos y tiempo después supimos que en aquel viaje ya éramos tres.

No es la mejor foto, no. Pero más que reflejar ese viaje, refleja nuestro camino, nuestra forma de vida. Eso que nos une, eso que le queremos transmitir a nuestra pequeña. Que para ser felices no necesitamos más que ganas, ilusión y tener bien cerca a aquellos a quienes queremos.

Felices dos años de casados mi amor. Nos esperan muchos más ♥️ Y gracias, gracias por tanto.

Tú, que nos has enseñado tantas cosas ♥️

Tú, que nos has enseñado que una cama de 135 puede ser acogedoramente pequeña. Que dormir con luz no es molesto si al abrir los ojos ves lo más bonito que tienes en la vida entre tus brazos. Que mejor que desayunar entre las sábanas los domingos, es comerte a besos ♥️

Tú, que nos has enseñado que el ruido en casa es sinónimo de diversión. Que es mejor la calidad de los planes que la cantidad. Que el mejor de los viajes no necesita horas de avión ni lejanos destinos, que se hace perdiéndose en tu sonrisa de pocos dientes y mucha encía.

Tú, que nos has enseñado que las cenas a tres no son nada calmadas pero que tienen mucho encanto porque eso significa darnos unos a otros de comer y que el mejor alimento es el cariño con el que nos tratamos. Que las escapadas a la montaña, aunque son más escasas son más especiales, el paisaje es mucho más bonito contigo en él. Que el mejor plan de sábado noche es dormirnos juntos los tres. Que el desorden en casa puede esperar y es señal de que vivimos y mucho.

Tú, que nos has enseñado a mirar con ojos de primera vez. Que de cualquier instante haces un momento especial. Que nos contagias tu ilusión, que le das vida a nuestra vida.

Tú, que nos han enseñado a priorizar y a ver lo realmente importante. Que nos has enseñado que no necesitamos grandes cosas más que estar en familia disfrutando de jugar en el suelo cualquier tarde, de bailar frente al espejo o trotar por el pasillo. Que los paseos por la playa son más felices porque compartir contigo nuestros rincones nos hace crecer.

Tú, que nos has enseñado a vivir con sueño pero felices. Que un estornudo puede significar una lluvia de papilla terriblemente pringosa y desternillante a la vez. Que la palabra soledad ya no existe y que en cambio, la compañía está en todo momento, a cualquier hora y lugar. Que las miradas hablan cuando los ojos brillan.

Tú, que siendo tan pequeña… eres a la vez tan grande.

Que nos has enseñado tantas cosas y entre ellas la más importante. El verdadero valor de la palabra AMOR.

Te amamos pequeña, y no habrán palabras en el mundo suficientes para explicarlo.

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Te Quiero (Casi Siempre)

«Te Quiero (Casi Siempre)», de Anna Llenas, es un álbum ilustrado, en nuestro caso en precioso formato pop-up, que narra la historia de amor de Rita y Lolo. Dos personajes que son muy diferentes: Lolo es un bicho bola y Rita una luciérnaga, y que se gustan mucho. Hasta que un día, esas diferencias empiezan a disgustarles y hacen que choquen y se separen.
Pero el amor que sienten es tan grande que harán un esfuerzo para aceptar sus diferencias y desde el respeto, aprender a convivir con ellas.

En esta historia se ve reflejada una situación muy real que encontramos en nuestro día a día, el de las relaciones personales, la convivencia con nuestras parejas y allegados y sus dificultades.
A través de ella se nos da una maravillosa lección sobre la importancia de respetar  las peculiaridades de nuestra pareja, amigos, familiares o personas que nos rodean, y a quererlas en su conjunto, adaptándonos y aceptando aquellas cosas que, a veces, nos puedan gustar menos.

Este cuento nos va a permitir trabajar la inteligencia emocional y hablar con nuestros pequeños sobre la diversidad, el respeto, la empatía y de cómo nos debemos esforzar las personas de manera individual para que las relaciones sean de calidad y pueda haber una buena convivencia.

Las ilustraciones, en la línea de Anna Llenas, son idóneas para la trama del cuento. Divertidas y muy coloridas, de modo que atraen y atrapan instantáneamente al lector.

Te Quiero (Casi Siempre) es un ejemplar del tipo de literatura infantil que mas me gusta, aquella que a través de una historia nos invita a reflexionar y nos transmite una lección de aprendizaje 😊

 

Por qué no decir a los niños «Si te portas mal, los Reyes Magos no te traerán regalos»

A las puertas de la época del año más esperada por muchos, ya se empieza a oír la típica frase «si te portas mal, Papá Noel no te traerá nada», «no te portes mal o los Reyes Magos te traerán carbón», «pórtate bien, si no los reyes no te traerán nada de lo que has pedido» o alguna de sus variantes por parte de padres, tíos y abuelos hacia los niños y niñas que tienen en sus casas.

Y, es que aunque esta es una frase que se ha dicho desde tiempos insospechados, eso no quiere decir que esté bien, y a quien quiera justificarse diciendo que siempre se ha dicho y no ha pasado nada, le podemos decir que el hecho de que haya sido así no significa que sea correcto y que además siempre se está a tiempo de mejorar como nos comportamos con los niños y niñas y qué cosas les decimos porque estas les pueden afectar.

Una forma de mejorar es eliminar ciertas frases de nuestro vocabulario, y en este caso esta que hace alusión a los Reyes Magos o Papá Noel y que usamos más de lo que deberíamos.

Si tenéis dudas al respecto, leed a continuación, estas son algunas de las razones por las que debemos eliminarla:

1. Esta afirmación insta a obedecer en función de cierto interés, en este caso el de conseguir los regalos que Papá Noel o los Reyes Magos les traen a los niños y niñas. Así pues, recurrir a esta frase limita el diálogo entre el adulto y el niño para llegar a comprenderse o a un acuerdo en el que ambas partes se beneficien y se centra en la consecución de los comportamientos deseados por medio del chantaje.

2. Este tipo de chantajes conllevan a un método educativo basado en el aprendizaje por premios y castigos y este aprendizaje es poco estable para situaciones a largo plazo.

3. No es un método respetuoso, los niños y niñas necesitan ser educados desde el cariño, la comprensión, la empatía, el afecto y el respeto. Utilizar chantajes y amenazas no es respetuoso en absoluto. Si a cualquier persona adulta le explicaríamos las cosas e intentaríamos razonar con ella, ¿por qué no hacerlo con los niños y niñas? Se merecen exactamente el mismo respeto.

4. De esta frase se derivan etiquetas indeseadas y se clasifican los niños en buenos o malos, dando por asumido que a los niños buenos si se les traen regalos y a los malos no, estigmatizando así a los más pequeños de una forma muy genérica y en la que no nos centramos si determinado comportamiento ha sido erróneo, por qué, y en solucionarlo, sino en categorizar al niño como malo. Etiqueta que no se corresponde en absoluto con la realidad, pues pueden haber comportamientos poco acertados por parte de niños y niñas, pero nunca en ningún caso nos pueden llevar a asumir o afirmar que por ese determinado comportamiento esos niños o niñas, son malos o malas.

5. Es una afirmación, chantaje o amenaza poco realista. De hecho, es totalmente incierta. Les chantajeamos con el hecho de que si no se portan bien no tendrán regalos cuando lo cierto es que los regalos están comprados de hace tiempo y que se porten como se porten, los acabarán teniendo. Hacer chantaje no está bien, y esto empeora si no cumplimos con lo que decimos.