Cómo mantener la esencia de nuestra casa con Sukhi

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Nuestras vidas cambian por completo cuando nos convertimos en padres: nuestros horarios, los planes, las prioridades que tenemos, las horas de sueño…

Y nuestra casa también lo hace. Ésta es una de las cosas que menos imaginamos que puedan cambiar y es de las que lo hace y, además, de arriba abajo. El orden empieza a desaparecer y donde antes había bonitos elementos decorativos, ahora hay juguetes y cosas de bebé allí donde alcanza la vista. Y a eso, le sumamos los cambios que realizamos para adaptar nuestra casa a nuestros pequeños, para evitar peligros y para atender las diferentes necesidades que en ellos van surgiendo.

En nuestra casa, la mesita que se coloca delante del sofá del salón ha desaparecido para que de este modo Mia tenga más espacio para corretear por él. Y en la habitación, hemos tenido que colgar el espejo (que antes estaba apoyado en la pared) porque Mia jugaba mucho con él y que estuviera apoyado suponía el peligro de que se le pudiera caer encima.

Y de esta manera, poco a poco y sin apenas darnos cuenta, nuestras casas se van convirtiendo en aquello que un día dijimos que no se transformarían, un pequeño caos.

Pero mantenerlas con su esencia es posible y hoy os cuento mi secreto para ello. Que no es otro que mi reciente descubrimiento de la marca Sukhi , y sus bonitas y acogedoras  alfombras artesanales y alfombras de lana. Éstas le dan el toque especial a ese ambiente que lo necesita, como en nuestro caso, el rincón del espejo.

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Como véis el detalle de la alfombra, bonita a la vez que original, no me puede gustar más. Además, ésta es de gran calidad y de un tacto muy suave que hace las delicias de Mia, que, si antes le gustaba jugar frente al espejo, ahora más.

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Estas alfombras se hacen bajo pedido y se realizan con mucho mimo y esmero puesto que están anudadas a mano por artesanos que viven en la India, Marruecos, Nepal y Turquía. Artesanos y artesanas que, bajo un proyecto social, trabajan con condiciones laborales dignas, horarios flexibles y con la retribución de un sueldo justo.

Sukhi ofrece una gran variedad de diseños y modelos respetando las técnicas de trabajo de anudado clásicas, pero aportándoles un toque moderno por la personalización de sus obras en cuanto a tamaño, calidad y colores.

Además, las alfombras Sukhi se centran en el uso de tintes y materiales naturales, esto hace que esta marca me guste aún más, puesto que de esta forma demuestra su esfuerzo por conservar la belleza de la naturaleza y proteger el planeta.

Como último dato os diré que Sukhi significa Feliz en nepalí, un significado que no puede ser más acertado y que se ve reflejado en cada rincón en el que se usa una de sus alfombras dándole ese toque especial que necesita y haciendo que conserve su esencia a pesar de que los pequeños terremotos que tenemos en casa a veces nos lo pongan difícil.

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Si queréis saber más sobre esta marca tan especial, y que a nosotras tanto nos ha gustado, podéis pinchar aquí Sukhi.

 

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De cuando (creíamos que) éramos dos

Julio de 2017 y un viaje por delante que llevábamos mucho tiempo esperando.

Cualquiera podría pensar que iba a ser un gran viaje en cuanto a distancia, hoteles, compras o lujos. Pero no. La grandeza de nuestros viajes no residía ni reside en esas circunstancias.

Nos bastó con cargar el coche con lo indispensable, algo de ropa, comida, tienda de campaña y lo más importante: nuestras ganas. Ganas de compartir nuestro tiempo, de improvisar, de aventuras, de disfrutar el uno del otro. Ganas de vivir.

Y un destino por delante. El Pirineo Catalán, la Pica d’Estats, nuestro primer 3000. Y después, una ruta por el norte, El País Vasco, Cantabria y Asturias. Un destino en el que perdernos, con el que cumplir sueños y objetivos. Una gran cantidad de kilómetros y experiencias acumuladas, paisajes y pueblos preciosos que quedaron grabados en nuestra retina.

Un viaje de esos en los que puedes tocar el cielo con la punta de los dedos. Un viaje increíble en el que reímos más alto, más fuerte, más intensamente.

Pero sobre todo, un viaje que fue como somos nosotros, sencillos. Porque nosotros queremos que no nos falten caminos por recorrer para no perder esa bonita costumbre que tenemos de explorar nuevos rincones. Pero siempre sabiendo que para ser felices no necesitamos un viaje al fin del mundo, porque lo único de que precisamos, es precisamente eso: a nosotros.

Un viaje que fue y es parte de nuestra forma de vivir, con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra. Disfrutando de las pequeñas cosas que son las más grandes. Saboreándolas y siendo conscientes de la gran suerte que tenemos de saber apreciarlas y poder vivirlas. Aprovechando y creciendo con la naturaleza como compañera del camino cada vez que podemos. Siendo unos románticos, que rozan lo ñoño y lo cursi, pero demostrándonos lo que sentimos el uno por el otro, de una y mil formas diferentes, sabiendo que no hay nada más bonito que demostrar cariño. Creciendo juntos sabiendo que tenemos lo más importante que se puede tener, amor. Que estamos el uno para el otro para todo, ante todo y frente a todo y que no importan los desafíos o malos momentos que podamos tener, porque siempre hallaremos la forma de estar unidos.

Y más que un viaje, un camino. El de nuestra vida juntos.

Cuando me paro a pensar en ese camino, en nosotros y en todo lo recorrido, me doy cuenta de la suerte que he tenido de encontrarte. De habernos dicho «sí, quiero». Sí, queremos querernos todos los días de nuestra vida.

Un camino que nos ha llevado a tener el regalo más maravilloso que se puede tener, nuestra pequeña.

Un camino que recorremos y recorreremos lleno de felicidad compartida.

Que como hasta ahora, nunca nos falten los motivos por los que sonreír. Que sigamos viviendo como lo hacemos, a nuestro ritmo y manera. Y sobre todo, que sepamos transmitirle a nuestra pequeña, como vemos el mundo y nuestra bonita y sana manera de disfrutarlo.

Esta quizá no es nuestra mejor foto, pero si la que refleja a la perfección ese viaje del verano de 2017. La de la primera noche, con el coche como hotel. Y no se me ocurre un sitio mejor donde haber dormido que ahí. Aislados entre las montañas, viendo atardecer mientras chispeaba y viendo las estrellas a través del cristal del techo cuando nos despertamos para iniciar nuestra ruta al pico.

No es nuestra mejor foto, pero es la más especial sabiendo que hicimos ese viaje creyendo ser dos y tiempo después supimos que en aquel viaje ya éramos tres.

No es la mejor foto, no. Pero más que reflejar ese viaje, refleja nuestro camino, nuestra forma de vida. Eso que nos une, eso que le queremos transmitir a nuestra pequeña. Que para ser felices no necesitamos más que ganas, ilusión y tener bien cerca a aquellos a quienes queremos.

Felices dos años de casados mi amor. Nos esperan muchos más ♥️ Y gracias, gracias por tanto.