Julio de 2017 y un viaje por delante que llevábamos mucho tiempo esperando.
Cualquiera podría pensar que iba a ser un gran viaje en cuanto a distancia, hoteles, compras o lujos. Pero no. La grandeza de nuestros viajes no residía ni reside en esas circunstancias.
Nos bastó con cargar el coche con lo indispensable, algo de ropa, comida, tienda de campaña y lo más importante: nuestras ganas. Ganas de compartir nuestro tiempo, de improvisar, de aventuras, de disfrutar el uno del otro. Ganas de vivir.
Y un destino por delante. El Pirineo Catalán, la Pica d’Estats, nuestro primer 3000. Y después, una ruta por el norte, El País Vasco, Cantabria y Asturias. Un destino en el que perdernos, con el que cumplir sueños y objetivos. Una gran cantidad de kilómetros y experiencias acumuladas, paisajes y pueblos preciosos que quedaron grabados en nuestra retina.
Un viaje de esos en los que puedes tocar el cielo con la punta de los dedos. Un viaje increíble en el que reímos más alto, más fuerte, más intensamente.
Pero sobre todo, un viaje que fue como somos nosotros, sencillos. Porque nosotros queremos que no nos falten caminos por recorrer para no perder esa bonita costumbre que tenemos de explorar nuevos rincones. Pero siempre sabiendo que para ser felices no necesitamos un viaje al fin del mundo, porque lo único de que precisamos, es precisamente eso: a nosotros.
Un viaje que fue y es parte de nuestra forma de vivir, con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra. Disfrutando de las pequeñas cosas que son las más grandes. Saboreándolas y siendo conscientes de la gran suerte que tenemos de saber apreciarlas y poder vivirlas. Aprovechando y creciendo con la naturaleza como compañera del camino cada vez que podemos. Siendo unos románticos, que rozan lo ñoño y lo cursi, pero demostrándonos lo que sentimos el uno por el otro, de una y mil formas diferentes, sabiendo que no hay nada más bonito que demostrar cariño. Creciendo juntos sabiendo que tenemos lo más importante que se puede tener, amor. Que estamos el uno para el otro para todo, ante todo y frente a todo y que no importan los desafíos o malos momentos que podamos tener, porque siempre hallaremos la forma de estar unidos.
Y más que un viaje, un camino. El de nuestra vida juntos.
Cuando me paro a pensar en ese camino, en nosotros y en todo lo recorrido, me doy cuenta de la suerte que he tenido de encontrarte. De habernos dicho «sí, quiero». Sí, queremos querernos todos los días de nuestra vida.
Un camino que nos ha llevado a tener el regalo más maravilloso que se puede tener, nuestra pequeña.
Un camino que recorremos y recorreremos lleno de felicidad compartida.
Que como hasta ahora, nunca nos falten los motivos por los que sonreír. Que sigamos viviendo como lo hacemos, a nuestro ritmo y manera. Y sobre todo, que sepamos transmitirle a nuestra pequeña, como vemos el mundo y nuestra bonita y sana manera de disfrutarlo.
Esta quizá no es nuestra mejor foto, pero si la que refleja a la perfección ese viaje del verano de 2017. La de la primera noche, con el coche como hotel. Y no se me ocurre un sitio mejor donde haber dormido que ahí. Aislados entre las montañas, viendo atardecer mientras chispeaba y viendo las estrellas a través del cristal del techo cuando nos despertamos para iniciar nuestra ruta al pico.
No es nuestra mejor foto, pero es la más especial sabiendo que hicimos ese viaje creyendo ser dos y tiempo después supimos que en aquel viaje ya éramos tres.
No es la mejor foto, no. Pero más que reflejar ese viaje, refleja nuestro camino, nuestra forma de vida. Eso que nos une, eso que le queremos transmitir a nuestra pequeña. Que para ser felices no necesitamos más que ganas, ilusión y tener bien cerca a aquellos a quienes queremos.
Felices dos años de casados mi amor. Nos esperan muchos más ♥️ Y gracias, gracias por tanto.